Del futuro, seguro, pero hay que trabajar en estas cosas desde ahora.
Por Juan Sobejano.
Llevo mucho tiempo leyendo y reflexionando sobre la innovación y cada vez hay más modelos, más metodologías y más teorías sobre ella, y todas ciertas, por supuesto. Y tal vez no tanto porque ofrezcan buenos resultados como porque nos obligan a reflexionar sobre la innovación y nuestras organizaciones.
En ocasiones es más valioso lo que nos preguntamos que lo que respondemos.
No digo que estas teorías no sean válidas y bien aplicadas no den buenos resultados, lo que digo es que posiblemente estemos empezando la casa por el tejado. Y lo explico en el artículo.
Las metodologías pueden ser mejorables
Hay varias cosas que creo que han de tener estas metodologías:
1.-Han de ser abiertas y revisables
Cuanto más estrictas y con unos pasos más marcados menos resultados van a dar, porque es fundamental que sean capaces de adaptarse a las distintas organizaciones en las que se aplican. Y tengamos en cuenta que no hay dos iguales.
2.-Han de estar enfocadas a la práctica, al conocer y evolucionar haciendo
Se aprende haciendo cosas, no reflexionando solo en una oficina, esto como mucho te da los enfoques necesarios, pero el verdadero conocimiento es el que se adquiere trabajando y equivocándose en equipo.
3.-Han de ser mejorables por el grupo, por la comunidad
Las metodologías de innovación han de aceptar que vivimos un momento en el que la inteligencia colectiva es clave, y despreciar ese potencial no tiene hoy en día sentido.
4.- Ha de haber una mezcla de objetivos
Ha de haber una mezcla de objetivos para la obtención de resultados concretos (productos, servicios, procesos, marketing…) y a la creación de entornos de innovación. Y este punto es la clave del artículo.
Metodologías erróneas de innovación He dicho antes que estamos empezando la casa por el tejado, y es porque creo que nos enfocamos desde el minuto cero a resultados concretos, es decir, a un output único y distinguible: un producto, un servicio, un nuevo proceso de producción, un modelo de gestión…
Sin embargo, creo que no damos importancia, o no en la misma medida, a la creación de entornos con alto potencial innovador. Pensamos (erróneamente) que la innovación se construye con impulsos puntuales, con proyectos limitados en el tiempo y que hace, aparentemente, avanzar a la empresa a trompicones.
Este tipo de gestión de la innovación tiene una serie de debilidades:
1.-Suele ser gestionada por equipos muy concretos, con lo que no hay una permeabilidad de la innovación al resto de la organización.
2.-No se suele trabajar en el aprendizaje de la innovación. Son proyectos que se quedan en el producto o servicio, y no sacan conclusiones ni enseñanzas que transmitir a toda la organización.
3.-Suelen ser muy técnicos, dejando de lado el aspecto filosófico y humanista que sin duda tiene la innovación.
4.-Se genera una falsa sensación de estar en la innovación, de que la empresa ha llegado a la innovación, cuando ésta no es un estado. La innovación termina utilizándose como una medalla.
Crear una cultura de la innovación
En estos modelos se olvida ir más allá del mero hacer, que no tiene sentido si no se aprende y se convierte en la base de una mejora continua. Por eso es por lo que creo que más importante incluso que innovar, que puede ser un hecho puntual e incluso en ocasiones casual, es más importante hablar de organizaciones que poseen la cultura de la innovación.
Este tipo de organizaciones cumplen los siguientes requisitos:
1.-Visión y liderazgo abiertos y “débiles”
No se trata tanto de mandar como de dirigir y motivar. Es importante que el equipo pueda desarrollar todo su potencial de manera autónoma.
2.-Statu Quo y organización inestable y cuestionada
Si estamos en un entorno inestable no tiene sentido que no lo seamos nosotros. Empresas líquidas, parafraseando a Zygmunt Bauman.
3.-Organización permeable al entorno
No podemos ser empresas ni organizaciones bunker, sino dispuestas a compartir y capturar del entorno. Coopetición y empresa abierta.
4.-Gestión del conocimiento como elemento fundamental de la gestión diaria
El conocimiento como elemento estratégico y con un enfoque de uso y compartir, no de posesión.
5.-Tolerancia al error e integración en la gestión como fuente de conocimiento
No se yerra, se descubre una manera en que no tenemos los resultados esperados.
6.-Organización horizontal, aunque dirigida y motivada
Esto quiere decir que todos pueden participar de cualquier proyecto y que no hay barreras, la información y el conocimiento fluye en todas direcciones.
7.-Centrada en las personas como eje central de la organización
Más valiosas que los medios físicos, porque son la fuente y gestores del conocimiento.
8.-Reflexión colectiva e híbrida como herramienta habitual de desarrollo de proyectos
No sólo se integra a toda la organización, sino que se abre a cualquier tipo de fuentes, por muy heterodoxas que parezcan.
9.-Capacidades digitales
Para potenciar todo lo dicho anteriormente y como altavoz del conocimiento.
La cultura de la innovación en el ADN de la organización
Las organizaciones que tienen la cultura de la innovación en su ADN no necesariamente deben innovar. Ese es su objetivo, pero la innovación es algo más complicado que sólo desearlo. Este tipo de organizaciones tienen el potencial para hacerlo más que otras que, posiblemente, sí hayan innovado en algún momento pero que luego no han sabido recoger el fruto de ese impulso. Me viene a la mente el ejemplo de Kodak.
Las organizaciones que tienen la cultura de la innovación en su ADN son organizaciones que incluyen la innovación en su modelo de negocio como algo diario y habitual. Si no innovan, o si no innovan de manera disruptiva, sí tienen la capacidad de ir adaptándose al entorno y respondiendo adecuadamente a los cambios que en él se generan.
La innovación ha de ser una parte de las empresas, no objetivos concretos e individuales limitados en el tiempo y que en ocasiones resultan difíciles de gestionar en determinadas organizaciones, porque no están preparadas y necesitan forzar sus equipos para construir uno que lleve adelante el proyecto.
La innovación supone también evolucionar de manera natural y constante encontrando saltos disruptivos en el camino, pero no sin tener el cambio en el día a día de la organización. Empresas líquidas, abiertas, creativas y cuestionadas como valores a defender en las empresas del futuro
Fuente https://manuelgross.blogspot.com/2016/01/crear-cultura-de-la-innovacion-9.html
Acerca de Juan Sobejano
Fundador de Innodriven. Graduado en turismo y especializado en marketing y dirección hotelera. Experto en innovación, estrategia, modelos de negocio y socialmedia. Profesor en masters de varias universidades españolas. Forma parte del movimiento Consultoría Artesana, que trabaja por un modelo de consultoría no invasiva y comprometida con el proyecto y el cliente, y centrándose en las personas.
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