La idea de que los millonarios que crean startups digitales son todos jóvenes recién salidos de la universidad, no es tan así.
Bill Gates, Steve Jobs o Marck Zuckerberg, son más bien las excepciones. De hecho, una investigación realizada en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), Estados Unidos, reveló que la edad promedio de un emprendedor que funda una empresa seriamente exitosa es de 45 años.
Sin embargo, cuando hablamos de emprendimientos a menor escala, sí hay muchos jóvenes que con una buena idea y entusiasmo logran generar ingresos personales y, en algunos casos, hasta crear empleos.
Estas son tres historias contadas en primera personas por jóvenes británicos que se lanzaron a la aventura digital y lograron su objetivo.
La «cripto-lady»: Erica Stanford (30)
La primera vez que escuché del bitcoin fue en la radio en el año 2009. En ese entonces, solo conversé sobre el tema con mis amigos o mi padre.
Una vez leí que puedes usarlo para hacer un seguimiento de los antecedentes «éticos» de diamantes, investigar las rutas de antigüedades robadas o conocer la historia de un auto de segunda mano.
El tema me enganchó. Me pareció fascinante que tuviera todo esos usos en el mundo real.
Entonces compré unos US$250 en bitcoin y otras criptomonedas. Empecé a experimentar con las monedas virtuales más baratas e invertí US$2.500 con dinero sacado de tarjetas de crédito.
Gané US$38.000 y los usé para pagar mis deudas y ahorrar. Quedé sorprendida cuando vi que era dinero de verdad y me puse a pensar que podía renunciar a mi trabajo y dedicarme a esto.
Y eso es exactamente lo que hice. Algunas personas me dijeron que era estúpida y me sentí asustada el último día que fui a trabajar, preguntándome si podría hacerme un salario con las criptomonedas.
Mi jefe me guardo el puesto para cuando «inevitablemente fallara». Así fue como en septiembre de 2017 me puse a hacer transacciones en criptomonedas a tiempo completo.
Creo que el bitcoin tiene una mala reputación como algo que se utiliza para comprar drogas o armas en la «internet oscura». Pero en mi opinión, eso es como decir que hay algo sospechoso cuando usamos dinero porque la gente compra cosas ilegales.
El día en que hice mi primer millón sentí pánico. Mis amigos estaban preocupados y mi padre me dijo que iba a terminar en la calle, especialmente porque tenía que pagar una hipoteca y deudas en las tarjetas de crédito.
Es muy fácil perder dinero en esto. No me había dado cuenta que si una moneda sube muy rápido, probablemente va a bajar muy rápido.
Cometí errores. Un día, por ejemplo, perdí US$6.500 de una sola vez. Entonces me puse a investigar para entender mejor el mercado, encontrar patrones y diseñar el próximo proyecto grande para invertir.
Estaba decidida a seguir haciéndolo y dedicarme a esto como si fuera cualquier otro trabajo.
Mi vida no ha cambiado mucho, salvo el hecho de tener más vacaciones. Y se siente bien pagar vacaciones en Tailandia con bitcoin.
Un año después de dejar mi trabajo, hemos hecho casi US$26 millones con John. Me gusta dar consejos y hablar en eventos en distintos países. Y me encanta ser conocida como la «cripto-lady».
La «magnate de las redes»: Laura Roeder (34)
Fui uno de las primeros usuarios de Facebook cuando se lanzó en mi universidad, pero nunca imaginé que podía hacer mucho dinero trabajando en esto.
«Si alguien me hubiera dicho que un día me convertiría en millonaria gracias a las redes sociales, hubiese pensado que era un broma.
Aprendí a programar de manera autodidacta cuando tenía 12 años para poder construir mi propia página web.
Y en 2007, a los 22 años, renuncié a mi empleo de diseñadora gráfica para dedicarme a trabajar freelance. Era el momento en que Twitter y Facebook estaban despegando y yo hacía páginas web para pequeñas empresas.
Les aconsejaba sobre qué contenidos querían ver sus clientes en página corporativa o les mostraba cómo atraer más visitas.
Pensaba que todos los que creaban páginas web hacían lo mismo, pero no era así. Entonces cada vez más personas me decían que podía recibir un pago por enseñar estas cosas.
Como siempre me ha gustado hablar en público, comencé a hacer videos sobre el marketing en redes sociales desde mi habitación y a organizar «webinars», seminarios online, sobre cómo usar Facebook y Twitter para promover pequeños negocios.
Los comencé a vender como cursos onlinepor un valor de entre US$45 y US$220. Fue emocionante cuando me di cuenta que podía trabajar menos y ganar más dinero.
Gané más de US$100.000 el primer año. Fue mentalmente gratificante, como si estuviera haciendo exactamente lo que tenía que hacer con mi vida
Luego diseñé un software para mi propia compañía, que ayuda a los freelancers y las empresas pequeñas a actualizar automáticamente sus redes sociales.
Al principio éramos un equipo de tres personas y ahora somos 25. Todos trabajamos a distancia desde la casa o desde un café.
Y aunque conseguimos US$1,3 millones en ingresos en solo un año, lo reinvertí en la empresa.
El año pasado hicimos más de US$4 millones y nos sentimos orgullosos.
Aunque hacer un negocio desde tu habitación también tiene desventajas. Tengo que acordarme de salir de la casa y obligarme a estar con otras personas.
También he tenido que enfrentar misoginia cuando me preguntan si mi esposo o mi padre están detrás de mi negocio. Pero nuestro éxito ha sido un estímulo para mi autoconfianza.
A veces cuando estoy en un safari con el multimillonario Richard Branson, o disfrutando el lujo de tomarse un largo permiso por maternidad para estar con mi bebé, no puedo creer que tengo este estilo de vida gracias a las redes sociales.
Estoy haciendo algo que realmente me apasiona. ¿No es eso la definición de éxito?».
Los «reyes de los muebles»: Monty George y Dan Beckles (ambos 21)
«Siempre he sido un emprendedor. A los 12 años compraba máquinas baratas para hacer sushi y luces para laptops con dinero de mi bolsillo, y después los vendía en eBay», cuenta Monty.
«A los 15 años, compré un montón de motos de China para venderlas online, pero después de mi cuenta de que no sabía nada sobre motocicletas en caso de que se averiaran.
Pensando qué más podría vender, escuché que el negocio de los muebles era el mercado online con mayor crecimiento, y compré un par de contenedores con sillas y mesas.
Se agotaron inmediatamente.
No podía creer la suerte que había tenido, así que reinvertí el dinero para conseguir más productos.
Al poco tiempo le pedí a mi amigo Dan que se sumara al proyecto. Hace tres años,las ventas sobrepasaron el US$1 millón y siguen creciendo.
Afortunadamente mis padres siempre me han apoyado y creo que heredé de ellos su fuerte ética de trabajo.
He cometido errores en el camino. En 2014, tuve que asumir una gran deuda porque no me había dado cuenta de que tenía que pagar impuesto al valor agregado.
Tuve que vender algunas de mis cosas para juntar el dinero. Me sentí tonto, pero eso no me detuvo.
Haber lanzado la empresa cuando todavía vivía con mis padres, hizo que no tuviera que pagar los gastos mensuales y ellos me dejaron usar parte de la casa como bodega.
Actualmente reinvierto la mayoría de las ganancias y vivo bastante austeramente. Con Dan estamos compartiendo una casa en Bristol, pero estamos demasiado ocupados como para gastar mucho dinero.
La mayor parte de los días me levanto a las 6:00 am y comienzo a enviar correos a mis proveedores en China. El resto del día lo paso hablando con clientes o imprimiendo etiquetas.
Me siento orgulloso de hacer mucho dinero a una corta edad. Me gusta pensar que estoy desmintiendo a todos los que piensan que los millennials son flojos«.
De BBC News
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